Publicación de Alfaguara |
La aparición de estos dos libros ha servido para que los medios de comunicación españoles, al menos los citados, cuenten y reflexionen sobre el qué, quién, cómo, dónde, cómo y porqué del periodismo narrativo en español.
Me gusta como empieza Roberto Herrscher su reseña en el suplemento Culturas de La Vanguardia: “¿Reportaje, crónica, contracrónica, artículo, nota, análisis, ensayo, relato de viajes o artículo de costumbres? Las definiciones y límites varían de país en país, de generación en generación. De ese marasmo, hace poco más de una década, y en gran parte por el influjo y la influencia de la Fundación Nuevo Periodismo creado por Gabriel García Márquez, los escritores y periodistas latinoamericanos se pusieron de acuerdo en llamar crónica al relato de historias reales compuesto con las herramientas narrativas de la ficción”.
Y con tristeza leo el final del sabrosísimo reportaje que Lino González Veiguela publica en Frontera D: “Algo similar nos pasa con la crónica: no es endémica de España, y apenas se encuentran ejemplos de crónicas publicadas esporádicamente en suplementos dominicales o revistas literarias convertidos, en cierto sentido, en zoológicos del género. (…). Algunos indicios parecen señalar que tendremos que resignarnos a vivir con publicaciones periódicas que se dedican a gestionar contenidos multimedia ‘trendies’ con un alto valor añadido publicitario (o pendejadas similares). En ese caso, la crónica tendrá que seguir conformándose con continuar habitando el continente americano, siendo exhibida por estos lares sólo de vez en cuando en antologías y, puntualmente, en algunas publicaciones nacionales: como zopilotes en una jaula”.
Y yo con estos pelos, quiero decir… con esta tesis.
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